"Terrible cosa es nacer", escribió una vez el Duque de Rivas (Ángel de Saavedra).
¿Qué pretendió decirnos? ¿Acaso que se nace sólo para sufrir y morir? ¿Y que mi cuerpo ya sabe desde siempre cómo hay que morir, aunque yo lo ignore? ¿Que esta vida es una lucha inesperada donde todo es arriesgar? ¿Que quieras o no, hay que soltarse la melena, dejándola al viento y a la furia de los paisajes más feroces e inclementes?
Este comentario pertenece a la "era de la Razón", que surgió en Occidente impulsada por el triunfo de Newton. Surgiendo así la creencia generalizada de que cualquier persona o cualquier actividad suya se puede describir en conceptos racionales inamovibles. Olvidando todo aquello que habían predicado y practicado Hipócrates y sus seguidores, y que fue cayendo gradualmente en el olvido.
Perdónenme esta extraña introducción. Digo esto, porque, a través de los años y después de haber conocido y tratado a bastantes mujeres, sólamente una (con su comportamiento) me ha demostrado que no seguía a Newton sino a Hipócrates.
Esta mujer para mí ha sido un paradigma de paz y serenidad, siempre en armonía con la Naturaleza. Practicó la calma frente al peligro. Sólo tuvo amigos, nunca enemigos. Su onda más profunda y vital estuvo siempre en la armonía, nunca en la discordia. La esencia de la Belleza, para ella, estaba en el Amor. Carmela Campos Campos ha sido esa mujer "ayurvédica", como el aceite que mantiene encendidas las lámparas. Ha sido equilibrio, belleza y felicidad. Serenidad interior, luminosidad exterior.
Ayer por la tarde tuve la suerte de contemplar su rostro: Su semblante muy reposado, muy tranquilo y apacible; mucho más joven que antes de morir (yo la había visto hacía mes y medio). Y la piel muy lozana, porque se ha ido de este mundo sin haber hecho mal a nadie. Nunca.
La serenidad y la paz reinaban en su cara. Y, en sus manos que sujetaban un rosario y las imágenes de Fray Leopoldo de Alpandeire, San Benito, Santa María del Reposo y alguno más, reinaban miríadas de estrellas o ciencia infusa. Eso fue lo que pude ver yo.
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Ahora les invito a que escuchen "Il Silenzio" interpretado con trompeta por Melisa Venema (tres minutos), entrando en oración para que, desde el Cielo, una mujer santa de Campillos, Carmela Campos Campos ruegue por todos nosotros.
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IL Silenzio, interpretado a trompeta por Melisa Venema (son 3 minutos de silencio) Melisa Venema (17) plays live II Silenzio Carré Amsterdam (3,45 minutos)
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Después de haber asistido al entierro de Dña. Carmela Campos Campos, en el cementerio de CAMPILLOS (Provincia de Málaga), mi hija Noelia y yo nos adherimos al dolor de sus hijos y demás familia, y a su venerable orgullo por haber tenido una madre tan honesta y linda como élla.
Al mismo tiempo, en estos momentos de desconsuelo y aflicción, recordar lo que todos ya sabemos:
Que, a este mundo, no se viene para quedarnos. Estamos todos de paso.
Queridos Leonardo, Luchy, Loli y Juan…, vuestra madre, nuestra tía Carmela, se está iniciando en la ETERNIDAD. Está comenzando a explorar nuevas dimensiones. Accediendo a nuevos conocimientos. Si todos vamos hacia Dios, vuestra madre ya está conociendo otros Cielos, superando uno a uno los distintos umbrales de un nuevo despertar, como (en sueños) nos viene diciendo su sobrina Ascensión a sus hijos y a mí.
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Carmela Campos Campos, en estos instantes, ya se encuentra junto a su marido (D. Manuel Recio Campos, vuestro padre), junto a su hijo Pedro (vuestro hermano), y también más cerca de vosotros. Y, a su vez, lejos, pero que muy lejos de nuestras maneras de discernir y pensar. Porque, mientras nosotros seguimos aquí ignorantes de lo que nos espera, élla está siendo más sabia y dichosa.
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Cuarenta y ocho años después, en el panteón de la familia Recio Campos, hubo que descubrir el nicho del centro para enterrar a su esposa en el mismo espacio que hasta ayer contenía los restos de su marido. Restos que se adjuntaron al precioso féretro de Carmela Campos en el mismo nicho. Conculcando, casi medio siglo después, aquello que el sacerdote les había ordenado cuando los casó: "Os amaréis hasta que la muerte os separe".
En este caso, y desde antes de ayer, la muerte ha vuelto a uncirlos. Para siempre. Por toda la eternidad.
Me gustaría quedarme en la adivinación, en el sortilegio que confieren las palabras de una sencilla metáfora: Sobre los desmontes de la memoria, la ingenuidad y el desconocimiento, un día, todos y cada uno de nosotros, descubriremos que SOMOS (desde nuestros orígenes) eso que nunca hemos dejado de ser. Descubriremos que la muerte es una abstracción. Sólo existe la VIDA.
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Si nos fuera imposible luchar contra los tópicos, contra los lugares comunes, contra lo que Gustave Flaubert llamó "ideas recibidas"...,
Y si la MUERTE es un "Misterio" insondable de significados y referentes, según van pasando los años...,
Y si la estamos imaginando delante de nosotros, en su tamaño total, cada vez más cerca de las riberas de nuestra VIDA...,
No es ella (La Muerte) quien se arrodilla delante de nosotros. Somos nosotros los que nos dejamos abrazar por élla (¡qué remedio!), otorgándole lo suyo, lo propio. Porque todos y cada uno de nosotros, un día, hemos de ser "Novios de la Muerte". Para volver a RESUCITAR. Y así eternamente. Como afirma Platón, al final de "La República", en los mitos de Er. No más.
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Y ahora...,
Si mis recuerdos de antaño me hacen saber que el Excmo. Sr. D. Manuel Recio Campos, siendo Alcalde de Campillos, era el hermano mayor del Santo Entierro. Y si aquel Viernes Santo de 1965, por la noche, estando D. Manuel Recio enfermo y herido ya de muerte, la procesión del Santo Entierro, a su paso por la calle Real, se detuvo frente al número 32. Los costaleros volvieron el paso mirando al edificio. Cesaron de sonar los tambores y cornetas. Y los legionarios venidos desde Ronda entonaron "Soy un novio de la Muerte".
Para recordarlo, se me ocurre hacerlo ofreciéndoles el fun-fun de la Legion: "Soy un novio de la Muerte". Con ustedes,
Cristo de la Buena Muerte II ( Semana Santa Málaga, 2013) -Mena-Legión (4,42 minutos) ... ... ...
César R. Docampo
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