"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

martes, 23 de septiembre de 2014

EN VÍSPERAS DE LA SEMANA SANTA.


EN VÍSPERAS DE SEMANA SANTA. Todos buscamos nuestra futura CIUDAD. Y Dios no suele resultar cómodo. Una excesiva placidez nunca es posible para quienes sinceramente tratan de vivir cara a Dios. Tampoco nos gusta ser ese hombre angustiado, presa de escrúpulos e intranquilidades. Ni ser un "tranquilo" entumecido por el confortable letargo de una quietud apacible, tibianamente acogedora. En el ámbito religioso, ese "descanse en paz" es algo que sólo se desea a los muertos, quienes han llegado a la meta. Precisamente ahí es donde radica una de las dificultades para aceptar a Dios; ese obstáculo consiste en la tendencia de todos los hombres a la "instalación", como si aquí hubiéramos de vivir eternamente Las Sagradas Escrituras nos ofrecen (entre otras muchas cosas), una vasta galería de hombres de Dios. Y, dentro de sus peculiaridades individuales, se advierte un rasgo común a todos ellos: Ninguno se muestra desasosegado, ni tampoco hay uno solo que aparezca inerte, sedentario, en una plácida comodidad. Por el contrario, todos ofrecen un aspecto andariego..., Abraham escucha la voz que le ordena dejar su tierra, su parentela, su casa en Ur de Caldea, donde también residían sus amigos, donde su vida no le proporcionaba sorpresas; y debe iniciar un largo peregrinaje sin saber a ciencia cierta ni siquiera hacia dónde se dirige. Es decir... Creer en Dios le exige abandonarse en el Señor, sin poner su confianza en las criaturas que hasta entonces le acogían protectoras. A Moisés lo vemos al frente de su pueblo, deambulando por el desierto, fiado también en la palabra de Dios, sin establecer morada fija en ningún punto de su trayecto. La figura de Elías será arrebatada mientras marcha en compañía de su discípulo Eliseo, sin que los profetas de Bétel, ni de Jericó, ni de la orilla del Jordán, le detengan en su caminar. La gran tentación de su vida (sintiéndose extenuado durante su ruta por el desierto) consistía en hacer un alto en el camino. De manera que..., Se sentó bajo una mata de retama y deseó morirse. Fue, entonces, cuando escuchó al ángel que lo espolea diciendo: "Levántate y come, porque te queda todavía mucho camino". (En el Libro de los Reyes, 19, 4 y 7) En el Nuevo Testamento, a los seguidores de Jesús se les anuncia un panorama poco descansado: Han de salir de una ciudad para huir a otra; y, desde ésta, a una tercera, convencidos de que aún quedarán más ciudades cuando sobrevenga el fin de los Tiempos. Por lo cual, aquel enorme trotamundos (San Pablo) escribió que: "Aquí no tenemos Ciudad Permanente. Todos buscamos nuestra Futura Ciudad". (Epístola a los Hebreos, 13,14) César R. Docampo http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2014/04/11/en-visperas-semana-santa-/ 2014-04-11T18:18:21Z César latabernadelosmares@yahoo.es

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