"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

lunes, 15 de septiembre de 2014

PEKÍN 2008 (82)
EL “I CHING”
La ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, la más grande y costosa de la historia, fue ideada por el director de cine Zhang Yimou. Ceremonia grandiosa de un enorme exhibicionismo. Colosal movilización humana en la que participaron 14 mil personas, nueve mil de ellas militares, más cien mil agentes de seguridad custodiando todos los espacios de Pekín. Tal organización, sincronizada al milímetro, funcionó como si de un desfile militar se tratara. Sesenta y seis millones de euros dicen que costó llevarla a cabo.
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Se nos recordó que fueron ellos, los chinos, quienes inventaron la pólvora, la brújula, el papel y la imprenta; Publicitado mediante imágenes muy potentes y un grandioso movimiento de masas, sabiendo que, al otro lado de las cámaras-TV había cuatro mil millones de personas contemplándoles. Los adjetivos, en todas las partes del planeta, son coincidentes: Inauguración genial, inspiradísima, bellísima, inmensa. De tal forma que los organizadores de los próximos Juegos (Londres 2012) se han sentido apabullados.
De todo lo cual tienen todos ustedes el mismo conocimiento que yo.
De manera que permítanme una inflexión distinta. Quisiera asomarme al sustrato cultural y estético que explica y da sentido a ese torrente o flujo de energía creativa que hace posible la tan original cosmovisión china: El “Tao”.
Lo haré con palabras, por supuesto, porque las palabras (como dicen los chinos) son “trampas para pescar” al espíritu o “tao”.
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El libro más antiguo en la cultura de esta tierra tiene por nombre “I Ching” y es el texto fundamental de la cultura china tradicional. Trátase de un sistema adivinatorio con raíces tres veces milenarias en las tradiciones de la magia y el chamanismo. Casi todo lo que era y es importante en la China tradicional (la filosofía, la ciencia, la política, la cultura popular, etc) se fundamenta en las interpretaciones y adaptaciones del “I Ching”, cuyo núcleo no es más que un sistema adivinatorio, el más antiguo y complejo de cuantos sobreviven en los tiempos modernos. Y consta de un conjunto de 64 figuras de seis líneas o “kua”, que reciben el nombre de “hexagramas”.
Las 64 figuras representan todas las combinaciones posibles de seis líneas quebradas ( _ _ ) y seis enteras ( ____ ). Cada figura lleva un texto. Figura y texto actúan como espejos de las fuerzas inconscientes que dan forma a cualquier momento, problema o situación. Y, de este modo, el “I Ching” proporciona símbolos que captan la luz de los dioses y las fuerzas inconscientes, ayudándonos a penetrar en la voluntad de todos los seres existentes bajo el cielo.
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Estoy seguro de que estas ideas que acabo de exponer, en más de uno despertarán sonrisas sardónicas. Ríanse. Es bueno.
Saben ustedes que la filosofía pitagórica es una de las bases de nuestra cultura occidental. Y no sólo por su influencia en Platón, y en Plotino desde su formulación neopitagórica. El “I Ching” ha sido la primera interpretación “pitagórica” (en Oriente), tres mil años antes de que naciera Pitágoras (en Occidente). Con Pitágoras, el “arjé” (los alemanes le dicen “urstof”) o principio de todas las cosas es el “árizmos” (número). El 1 es el punto; el 2, la línea; el 3, el triángulo; el 4 la pirámide. Sumen y nos da “deka” (10, el número ideal). Dios es el “árizmos ton arizmón” (el Número de los números). En el más allá; en la otra vida, nuestra felicidad ha de consistir en un “arizmatíxein” (jugar con los números).
La Ciencia, tal como la conocemos ahora, surge en el Renacimiento; cuando la razón filosófica se da cuenta de que La Realidad es de estructura geométrica. Decía Copérnico: “Ubi materia, ibi geometría”. Luego nuestra mente para conocer e interpretar la Realidad ha de servirse del método geométrico. Y así es. El científico se asoma a la Realidad, a la Naturaleza. Observa o la provoca en un gabinete para ver cómo transcurre y por qué transcurre como transcurre. El resultado de esa observación lo expresa en una ecuación, y ya tenemos una ley científica.
Así se comportó F. Bacon, Galileo, Laplace, Cantor, Coulomb, Ehrenfels, Ernest Mach, Maxwell, Fermat, Hamilton y tantos, como hoy en día Thomas Kuhn, Karl Pribram, y tantos y tantos. En todos los campos de la Realidad se hace presente la Geometría fractal, que hoy se aplica incluso para estudiar los tumores, cuyo despliegue o retracción conllevan estructura geométrica.
De igual forma que lo pudimos observar hace dos días en el “Nido” de Pekín, en las cordenadas de espacio y tiempo, así también en todo el proceso y al final, cuando conozcamos a los plusmarquistas mundiales (cómo idearon sus movimientos y controlaron el “arousal” o cociente de energetización, cómo se alimentaron y cuidaron mediante los baños helados para recobrar los músculos e incluso la forma y medidas técnico-fisiológicas del traje o del bañador, se verá que todo estuvo presidido por leyes aritméticas.
Los 64 hexagramas expuestos y desarrollados en el “I Ching”, nos demostraría que si los juegos Olímpicos los montó Grecia (una confederación de Estados) no sólo para competir, sino también para encontrarse y resolver temas comunes, y es luego Pedro de Coubertin quien los restaura…, sus leyes intrínsecas, el estilo, despilfarro y fisiología, ya habían sido considerados por el “I Ching”, e incluso aplicados en la construcción de su Muralla. Por eso aquella canción que todavía se recuerda:
“Si te nace una hija, mátala. Si te nace un hijo, ahógalo. ¿No ves cómo todos se mueren construyendo esa Muralla con cantos rodados y ramas de tamarisco?”.
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“Tú y yo, de un mundo, somos una familia”, ha sido el mensaje de unidad escrito por Zhang Yimou. Con el mismo sentido y el mismo encanto de aquella canción (“Amigos para siempre”) que se escuchó en los Juegos de Barcelona.
César R. Docampo




































http://lacomunidad.elpais.com/latabernadelosmares/2008/08/10/pekin-2008-82-/ 2008-08-10T15:32:17Z César latabernadelosmares@yahoo.es

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