"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

domingo, 12 de noviembre de 2017

EL PROBLEMA DE LA MUERTE.


"¿Esperanza ante la Muerte?"
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Ángel del Cementerio de Comillas (Santander).



El problema central del pensamiento moderno es el de la Muerte. Ni heroísmos, ni amores, ni humanitarismos, ni siquiera  inquietud religiosa, ocupan hoy el centro de la vida intelectual y emotiva. Un inmenso pavor sin esperanza recorre la tierra y ha creado filosofías que hacen del hombre no sólo un ser para la muerte, sino un ser que sólo se explica por la muerte. Y este dramatismo que pende obsesivo sobre la Humanidad, ha originado la paradoja de que toda su libertad y sus posibilidades, la empleen para huir de la vida.

Hay un pánico universal que busca las embriagueces... -en la velocidad, en el placer, en el dinero, en el poder-  que puedan apartar de su pensamiento la copa de la muerte.

Su terror proviene de que ella es el pórtico de la Nada. La muerte va acompañada de la extinción total, y para no enloquecer ante ese final, la Humanidad busca entretenimientos existenciales que disuelvan, con su pensamiento, su yo, en las pasiones y temas de la tierra.

El Existencialismo ha querido llenar este problema de la muerte, tan soslayado en las filosofías tradicionales. Pero no la muerte como tránsito, como acceso a un mundo eterno, como liberación del alma, o bien como negación del espíritu, sino el de la muerte concreta y patética, el de la muerte encerrada en el cadáver, el de la muerte que forma como la almendra de todos los momentos de la vida y cuya llegada angustia el cuerpo y el alma.

Si la muerte representara una conquista fundamental en el hombre, sólo el suicida sería dueño de su destino. Esa es la tesis A. Camus.  Pero el suicida  es su víctima y entra en su reino en un acto decisivo de su voluntad. Una vez más, los opuestos presentan caracteres semejantes. A la muerte, sí, sólo es posible vencerla muriendo. Y, el justo, al desarraigarse de la tierra, muere en cada uno de sus instantes. 
                                     César  R. Docampo

3 comentarios:

  1. Buenas tardes, Cesar.
    Profunda meditación la que hoy has dejado en este blog. Magistral, como todo lo que escribes.¡Felicidades!.
    Un abrazo.

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  2. Ya me suscribí, así que no me perderé nada.

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    1. Un hombre se siente auténtico cuando sus exteriorizaciones están de acuerdo con su interior, cuando vive por sí mismo, cuando se ha encontrado a sí mismo. Porque la experiencia de la propia parcela de vida que él representa, permite entrever la "capacidad de ser del propio ser", actuando ello como justificación del ser incluso ante Dios. Y, desde aquí, decirle a María (¡Carisdul!) que César estuvo siempre enamorado de vuestro SER y ESTAR. Teniendo en cuenta que la autenticidad no se puede encontrar más que en un marco espiritual formado por una clara polaridad entre el desarrollo del propio ser y la integración en el mundo circundante. Vale ya. Un abrazo, María.

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