"Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles y se encorvaban otros hombres, y en las cuevas bullían camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito".

EL BOSQUE ANIMADO. Wenceslao Fernández Flórez.

jueves, 11 de enero de 2018

CONTINUACIÓN: TELEVISIÓN Y LUJURIA POLÍTICA II. LA TELEVISIÓN NO ES DEMOCRÁTICA.





Duelo a garrotazos. Francisco de Goya.




TELEVISIÓN (  Lujuria  Estética ). NO ES DEMOCRÀTICA:


A la Democracia habría que definirla como libre reflexión individual y emergencia de la personalidad. Ahora bien, si la televisión está en manos del Gobierno, puede convertirse en la omnipotencia tranquila del déspota, porque, sin recurrir a amenazas ni enarbolar armas, pivota en la represión dirigiendo los comportamientos y los criterios, instrumentalizando el pensar y los afectos. 

Si la televisión quedase a merced de los partidos políticos, peor que peor. Todos sabemos que las coaliciones y partidos políticos no son más que máquinas diabólicamente montadas que anulan la misma iniciativa de los hombres políticos, falseando la opinión de la expresión real bajo una opinión ficticia; y, entonces, en televisión estarían representados todos los intereses, menos el interés general.

La televisión  en manos de los partidos, se convertiría en un instrumento de agitación. Queda una tercera posibilidad: Televisiones privadas. Aquí estamos. Nuevas formas de dictadura. Pensar otra cosa es ignorar la esencia misma de la televisión. Es no tener en cuenta el sustrato técnico, financieramente carísimo, que posibilita ese medio. Las televisiones privadas, buscando audiencia para morder la publicidad, han de ir a los platós fuertes, incluida la pornografía. En resumen, lujuria de una u otra clase.

EL DUELO POLÍTICO:
                                               Todos quieren ser dueños de la pequeña pantalla en la que se miden las fuerzas. se barajan intereses, se formulan ruegos o se gritan intransigencias. No hace falta ser excesivamente perspicaces para intuir cómo, gobierno y oposición, se cruzan las espadas. Mientras la voz del Gobierno se aleja de las duras realidades, enunciando promesas y eludiendo la competición abierta, la espada de la disconformidad  (léase  "oposición") da los tajos en lo concreto y sin retórica. El político español no es eunuco. Tampoco se deja castrar. Pero estamos en España, país de las castañuelas. Los partidos políticos actúan como las castañuelas. Las castañuelas, aparte de atribuírsele un origen fenicio, son definidas como instrumento musical consistente en dos objetos iguales  (Gobierno y Oposición) que se zarandean entre sí. ¿Cómo le llamaríamos...?  Lujuria estética.


 César R. Docampo.
 Catedrático de Filosofía  y Periodista por le Escuela Oficial de Madrid, con tesis  "Hacia una ética de la Televisión Informativa",  realizada en Prado del Rey bajo la  dirección  de D. Miguel Pérez Calderón.





miércoles, 10 de enero de 2018

"TELEVISIÓN Y LUJURIA POLÍTICA".


                                                  MI  TRIBUNA  LIBRE
                                    "LA  TELEVISIÓN... LUJURIA POLÍTICA"  (Primera parte)

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En los comienzos de la Televisión, muchos intelectuales y otras mentes selectas, la miraban despectivamente. De ella dijeron que era  "el espectáculo de la degradación",  un retorno a la barbarie, el más grande factor de embrutecimiento del siglo XIX. Más tarde se la definía como una bomba de relojería dentro de todos los hogares, escuela de delicto, etc... etc...

La Televisión lo muestra y enseña todo: Cómo debemos peinarnos y limpiarnos los dientes; cómo se besa, cómo se practica el amor, cómo hay que vivir y, si es preciso, morir. En televisión reina aquel principio de la ética prescriptivista, que está vigente en todas las campañas políticas y publicitarias: ¡Yo hago esto, haga usted otro tanto!

Pasado un tiempo, se me ocurre que la televisión no es otra cosa que un alimento a la concupiscencia del hombre, la hedonismo estético y cultural de nuestros tiempos. "No se harta el ojo de ver ni el oído de oír", dice el Eclesiastés. El hombre, ese peregrino de la claridad, tiene el peligro de ser encharcado por la televisión las veinticuatro horas del día. Es la televisión un grifo de imágenes que a todas horas desparrama riñas políticas, riñas publicitarias, entretenimiento y riñas carnales, anulando los momentos para la reflexión, el diálogo familiar y los encuadres del necesario silencio. ¡Y esto es lujuria!, en el sentido etimológico de la palabra.

Descartes, aquel filósofo que inauguró la modernidad, se preguntaba: "Qué suis-je?", y respondía: "Je ne suis qu'une chose qui pense". "Pensar es dialogar con la circunstancia", afirma Ortega. Entre el pensar y la lujuria puede rastrearse un cierto isomorfismo, especialmente cuando el pensar ingresa en el tobogán de la política. Y si el pensamiento político asciende al podium de la televisión, se nos ha convertido en un desenfreno lujurioso.

Aquellos españoles cuyos horizontes abarcaban unos pocos kilómetros y nada querían saber de política, hoy trascienden el ámbito de sus aldeas o pueblos y se interesan por los problemas nacionales, internacionales y hasta cósmicos, por obra y gracia de la televisión. La Televisión despierta discusiones que, al fin y al cabo, se traducen en aprendizaje. Y no sólo ofrece a los ciudadanos un conocimiento de los hechos o fenómenos políticos, sino que nos enseña, además, cómo transcurren esos fenómenos y por qué transcurren como lo hacen. Sólo el hecho de que los telespectadores podamos recibir la imagen y el lenguaje de los políticos, fértil en promesas y apoyado en estímulos emotivos, y nos demos cuenta de cómo, muchas veces, se soslaya la realidad o las argumentaciones serias, ya es suficiente para que surja en nosotros el escepticismo frente a la actuación de nuestros gobernantes.

Peor aún cuando TVE, u otra televisión cualquiera, se vuelcan en fantasiosos seriales, retransmisiones insulsas o programas de entretenimiento para distraer la atención de los verdaderos problemas que tiene el país.


                                                César Rodríguez Docampo, Catedrático de Filosofía del I.B., "Álvar Nuñez". Continuará.



jueves, 4 de enero de 2018

ASÍ ES LA ETERNIDAD DE DIOS.

¿CÓMO ES DIOS?




PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS


No estoy pensando en nada. Nada no es nada, pero sí es Nada. Aunque toda nuestra vida afectiva y espiritual se desliza por el tiempo que conduce a esa finalidad. He aquí lo que crea los límites de los hombres, compatibles con la inquietud: La aspiración a finalidades distintas que nos individualizan. Pero sólo perfeccionan, a los seres, las finalidades inaccesibles. Al acceder los logros deseados, nuestra personalidad se desvanece allí. En tanto que la tensión del fin, forja los caracteres singulares hasta el punto de poder decirse que cada uno es su finalidad.
Esta definición del hombre, como un ser en ruta a sus fines, no quiere decir que todas las finalidades que el hombre pueda anhelar, se encuentren en Dios, como decía Espinosa. Pues existe el mal. Y en él yacen todos los fines que terminan en la disolución y en la muerte. Y existen, también, las finalidades inmediatas que exige la especie y que sólo satisfacen a las necesidades específicas. Porque la personalidad se dibuja por la adscripción a un tiempo ritmado por afanes que encaminan al hombre a una finalidad eternamente alejada.
Es este tiempo, aunque infinito, el que corresponde a las criaturas. Pues la eternidad divina se diferencia de la infinitud temporal, en que esa eternidad de Dios puede definirse como la sucesión sin tiempo. Y en tanto que el tiempo infinito de las criaturas está originado por el cómputo de una sucesión sin fin, en la divinidad esta sucesión es a la vez lineal y simultánea.
Todas las formas de Dios coinciden en el mismo instante y, a la vez, se hallan perpetuamente renovadas. Ésta es la ETERNIDAD DE DIOS.

César R. Docampo.

lunes, 1 de enero de 2018

¿DA IGUAL IMAGINAR QUE SOÑAR? AÚPA 2018 .


¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.

Pedro Calderón de la Barca.
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Al iniciar este nuevo año  (2018) permítanme que os invite a SOÑAR. Porque tres años de nuestra vida los pasamos soñando: no durmiendo, soñando. Y nos preguntamos: ¿Soñar, sirve para algo?
El soñar ayuda a consolidar ciertos aprendizajes, ciertas actividades motoras, por ejemplo tocar el piano. 

Hay gentes que se quejan de que no tienen sueños, de que no tienen esa capacidad de ilusionarse, seleccionando lo más relevante para la vida, puesto que  SOÑAR  ayuda a consolidar ciertos aprendizajes, habilidades motoras, como (por ejemplo) tocar el piano. 

Las gentes, a veces, se quejan de no tener sueños o esa capacidad de ilusionarse cuando soñamos despiertos. Todos los sueños tienen sentido cuando, en ellos, accedemos a ciertas claves, a lo que llamamos la  "Función elaborativa" del sueño, cuando surge la mirada  "objetiva" de la Ciencia, o  "subjetiva", por ejemplo en el psicoanálisis.

¿Da igual imaginar que "soñar"?  En primer lugar, debo decir que las partes que se activan en los sueños son las mismas que  "imaginando". Para soñar es preciso que exista algo de realidad. Dormir y soñar son partes de nuestra vida. El soñar es una puerta de entrada para acceder a la Realidad. Pero las reacciones bioquímicas, cuando dormimos, son muy complicadas. Y nos preguntamos si, en los sueños, nuestro organismo aprende u olvida, teniendo en cuenta que, algunas veces, una pesadilla puede ser una experiencia fantástica. Y muchas veces es difícil saber dónde acaba la Realidad y dónde comienzan los sueños. Teniendo en cuenta que, casi siempre se dan dos fases en los sueños: PRIMERA: Podemos mover el cuerpo, pero no recordamos. SEGUNDA: "Fase Rem", Recordamos pero no podemos mover el cuerpo. 

En los sueños, se puede llorar, se puede morir, cometer crímenes absurdos. ¿Es bueno soñar demasiado? ¿Nos gustaría que nos quitaran los sueños? Yo pienso que  la capacidad de "SOÑAR", en general, es una gran fuente de Placer. Es lanzarse a situaciones extraordinarias. Cuando los sueños resultan cruciales. Otra cuestión sería remontarnos a los problemas como la anestesia, estados de coma, los barbitúricos y efectos narcóticos, la recuperación de la conciencia, pérdida de la memoria o retroceso intelectual después de una intervención, por ejemplo.

Y ¿qué decir de los sueños lúcidos, o realidades mas vívidas que la realidad consciente? Permítanme que les diga: Muchas veces somos esa  "caña que no piensa"  y cuya fragilidad es amada por Dios. El que ofrece su costado a la herida. El que, en definitiva, convierte la compasión de sí mismo en una compasión universal de signo divino.
                                                    César R. Docampo.      

                                     .